sábado, 21 de diciembre de 2013

Redams: capítulo 6

Mi mente estaba atascada, mi cuerpo empezó a moverse y me lancé a la piscina. Empecé a esparcir todas las hojas para que no se viera lo que estaba escrito y por momentos creía que me iba a descontrolar. Hasta que exploté y empecé a golpear el agua.

- ¿¡Qué pasa en este lugar, porque me pasan cosas sin sentido!? ¡No aguanto más! ¡Me voy a volver loco! – grité yo desesperado.

Britanny se tiró a la piscina para ayudarme pero estaba tan centrado en gritar y desahogarme que no me di cuenta. Yo seguía pegándole al agua golpeándolo con tanta fuerza que sentía que mis nudillos empezaban a gritar de dolor. Comencé a notar como alguien intentaba agarrarme los brazos pero no lo conseguía hasta que me agarró la mano derecha. A continuación la muñeca izquierda y pude oír sus palabras tranquilizadoras y sus manos pasando por detrás para agarrarme mi espalda, su cabeza se apoyó en mi hombro derecho y yo solo quería aferrarme a ese abrazo por siempre.

- Nathan tranquilízate, todo va a salir bien, hazme caso – dijo ella con una voz serena.

La sirena del instituto sonó de nuevo, todos los profesores y alumnos podían volver a sus respectivas clases y seguir el horario  como todos los días.

 Britanny me soltó y de un salto salió de la piscina, yo me acerque a ella para no quedarme solo. Ella me ofreció su mano para salir del agua. Agarró mi mano quedando entrelazadas y me impulsó hacia arriba.

- ¿¡Porque te has tirado al agua!? No sabes si eso era para ti – dijo Britanny.
- Como no va a ser para mi, hay algo que me ha guiado hasta aquí – dije yo.
- Hagamos como que esto no ha pasado- dijo ella.

Después de salir de la piscina, más tranquilo, fuimos al vestuario a ver si teníamos ropa de recambio. Entré al vestuario de hombres y todo había vuelto a la normalidad. Los grifos estaban relucientes, las duchas igual que siempre y los inodoros estaban ocultos por las puertas de madera que los escondían.

- Esto me da un poco de miedo con lo que me paso ayer, este lugar a cambiado para mí – pensé yo.

Me acerqué hasta mi taquilla, la abrí y por suerte tenía el bañador del día anterior y una camiseta. Me sequé como pude con papel higiénico. Me cambié rápido para que nadie me descubriera. Cuando salí del vestuario vi salir a Britanny del vestuario de chicas con una camiseta de tirantes rosa y unas mayas azules.

- Veo que tienes un arsenal de ropa en tu taquilla- dije yo.

- Creo que tengo una ropa preciosa en mi taquilla ¿vale? – dijo ella en tono sarcástico y nos empezamos a reír.

Tocamos  a la puerta de la clase y nos sentamos en nuestros sitios. No fuimos los últimos en llegar, a pesar de todo, la mayoría de nuestros compañeros se quedaron observándonos cuando no entramos con el uniforme escolar. El profesor nos miró con mala cara. Entre los alumnos, uno de ellos, se quedo fijo mirándome con cara amenazadora. Su nombre es Elías, alto y bien musculado de ojos castaños oscuros y pelo negro carbón. 

Tocó el timbre, era hora de ir al recreo, la clase de Matemáticas ya había terminado. El patio era muy grande, cuando salías por la puerta principal podías ver dos pistas de fútbol en las que también había canastas. Todo el patio estaba lleno de árboles en los que se podía descansar plácidamente. La cantina estaba a mano derecha pasando por un pasillo ancho con grandes posters sobre el colegio, un lugar con una única salida.


Iba de camino a la cantina cuando aparecieron los matones del instituto detrás de mí, no había nadie por ese pasillo cuando todo ocurrió. Uno de ellos me arrojó una botella de agua dejando toda el agua esparcida por el suelo, empezaron a rodearme y no podía hacer nada. Estaba acorralado y no podía salir de esa situación, no conocía a ninguno de ellos así que no tenía ninguna oportunidad de intentar razonar con ellos. El más alto se acercó a mí dispuesto a golpearme en toda la cara y como auto reflejo levante las manos pidiendo que parase. Su pierna no logró golpearme porque no consiguió levantarla, todo el suelo se había congelado y sus piernas se habían quedado pegadas en hielo. Salí corriendo de ahí sin mirar hacia atrás, no sabía lo que ocurría pero si tenía claro uno cosa, eso lo había provocado yo. Estaba asustado y solo, muy solo. Salí corriendo buscando a Britanny, necesitaba estar con ella. La vi con sus amigas pero eso no me importo, me acerque a ella y sin decirle nada, la abracé.

- ¿Qué pasa? – dijo ella.
- Te necesito – le susurré al oído.
- Vayamos a otro lugar – dijo ella.

Me agarró la mano y caminamos hacia un lugar apartado de todas las personas y nos sentamos en el césped.

- ¿Qué ha pasado? – dijo ella.
- Creo que venir a este pueblo no me está haciendo nada bien a mi mismo – dije yo.
- ¿Por qué dices eso? Me has conocido a mi – dijo ella mientras me agarraba la mano.
- ¡Me está convirtiendo en una persona horrible! – grite desesperado.
- Tú no eres una mala persona, yo te quie… - intentado decirme lo que sentía.

La interrumpí, no quería que me mostrara sus sentimientos, si lo decía en voz alta se haría realidad. No podía hacerle daño, yo la quería pero no sabía lo que sentía por ella.

- No lo digas, por favor. Acabo de… - dije yo.

Quería contarle todo pero no podía, si se lo contara no podríamos ser felices y todo sería un caos.

- Lo siento mucho pero si estas cerca de mí te haría daño y yo no quiero que te pase nada – dije yo acercándome a ella.

La besé apasionadamente y no quería que terminara. Separé mis labios de sus labios, me levante y me aleje de allí mientras oía llorar a Britanny. Con ese beso me di cuenta que la quería pero eso era lo mejor.
Tocó el timbre indicando que había terminado el recreo y teníamos que volver a clase. No recuerdo que asignatura era, solo entre, me senté y esperé a que terminara. Solo quería volver a casa y tirarme a la cama. Veo entrar por la puerta a Britanny, sus ojos están rojos, se notaba que acababa de llorar. Sus amigas le acompañaban animándola, ella no me dirigió ninguna mirada. Se sentaron de tal forma que no podía verla, yo solo quería acercarme y decirle lo que me pasaba.

Se terminaron las clases y como todos los días, todos los niños y adolescentes corrían en manada hacia la salida del instituto y yo me quedaba sentado en un banco. Esperando a que se fuera la gente. Cuando veía que todo el mundo se había ido, cogía la mochila y me iba de camino de casa por mi recorrido de siempre. Me apoye en la valla del paseo marítimo y me quedé fijo mirando el mar. Mientras que miraba el mar me di cuenta de que había una persona en la arena, una chica con el pelo castaño que llevaba una camiseta de tirantes rosa, era Britanny. Me atreví a bajar e iba caminando por la arena sin saber que decir ni cómo actuar. Me senté a su lado y sabía que no se había enterado de que estaba a su derecha.

- Lo siento mucho Brit – dije yo.
- ¿Qué haces aquí? Tú no quieres saber nada de mí – dijo ella entristecida.
- Te quiero pero me están ocurriendo cosas muy raras y no sé cómo controlarlas, todo está fuera de control – dije yo.
- Deja que decida lo que es mejor y peor para mí, te ayudare – dijo ella.
- ¡Deja a mi novia en paz, ella no quiere estar contigo! – gritó alguien por detrás nuestra.

Nos giramos los dos a la vez, nos levantamos y los dos nos quedamos impactados. Los matones de antes estaban de nuevo aquí, junto a Elías. No sabía cómo se habían logrado separarse de ese suelo congelado.

- ¡¿Qué haces aquí Elías?! ¡Márchate! – dijo Britanny enfadada.
- ¿Cómo? ¿Sois pareja? – dije yo extrañado.
- Sí que lo somos – dijo Elías mientras agarraba a Brit y se la llevaba con él.
- No es verdad, no le creas. Nosotros ya lo dejamos – dijo ella.
- ¿Entonces fuisteis pareja? – dije yo.
- Si y nos queremos mucho – dijo Elías mientras que le daba besos a Brit, a lo que ella se negaba. Los demás matones se reían de verme sufrir.
- ¡Déjame, no me beses! ¡Qué asco me das! – gritó ella.
- ¡Para, no ves que ella no quiere estar contigo! – grité enfadado.

Empecé a girar las manos y el agua empezó a moverse. Se estaba creando una ola, no una ola común, una ola que crecía y crecía más y se iba colocándo encima de nosotros. Elías estaba tan asustado que Britanny logró soltarse y se vino conmigo.

- ¿Eso lo estás haciendo tú? – me susurró ella al oído.
- Esto era lo que te quería explicar pero que no podía contarte – le dije al oído.

Nos apartamos de esa gran ola y nos colocamos a un lado. Elías y sus matones seguían fijos en el mismo lugar que antes.

- ¿¡Qué!? ¿¡Qué es eso!? -  gritaban los matones.
- No le vuelvas a causar daños a Britanny – dije yo.

Mis manos dejaron de girar y la ola cayó sobre ellos, arrasando con ellos y toda la arena. Britanny cayó desmayada en mis brazos, supongo que sería por ver esa gran ola creada por mis manos y caer sobre esas personas.

Una brisa se movió alrededor mío que venía en dirección del paseo marítimo, apoyé a Britanny en la arena. Miré en dirección al paseo y a allí estaba, esa chica que me había estado acosando todo ese tiempo. La chica misteriosa nos estuvo observando durante toda la discusión y se echo a volar hacia mí. Se mantuvo levitando durante unos segundos. Es guapísima y su pelo rubio se mueve con el movimiento de sus brisas. Deja de flotar y aterriza en la arena. Sus ojos azules se quedaron fijos en mis ojos y no se me ocurrió nada que decir ya que solo me podía fijar en ella.

- Hola Nathan – dijo ella.

Conseguí volver en mí y me eché para atrás. No quería saber nada de ella. Sus manos se alzaron y crearon una fuerte brisa que chocaba contra mi espalda y que me impedía ir hacia atrás.

- Nathan eres muy fuerte, eres capaz de controlar el agua. Eres un Redam – dijo ella ilusionada.
- ¿Qué? ¿Qué es eso? – me quede dudoso y sin saber que decir.