sábado, 31 de agosto de 2013

Redams: capítulo 4

Empiezo a notar palmadas por todo mi cuerpo y sensación de apretones en los brazos. Mis oídos comienzan a oír gritos y mis ojos empiezan a parpadear, cuando tengo la vista borrosa puedo ver a mi profesor de natación que está asustado y a todos mis compañeros alrededor mirando perplejos. Me remolca rápido y ahí es cuando noto un fuerte dolor en la nuca, me toco la nuca  con la mano y noto sangre entre mis dedos.

- Estoy sangrando- pienso yo.

Entramos a la enfermería del instituto y mi profesor me tumba en la cama. Antes de dormirme de nuevo puedo escuchar a la enfermera y a mi profesor hablando de lo ocurrido y que consecuencias tendría el golpe en mi cabeza.

- ¿Qué le ha ocurrido?- pregunta la enfermera.
- No lo sabemos, estábamos esperándole en la piscina para empezar la clase y uno de los chicos ha tenido que ir al baño y lo ha visto tirado en el suelo inconsciente. Me ha llamado y lo he visto ahí tirado con agua por todas partes, las duchas echando agua y todos los retretes rotos y una mancha de sangre a su alrededor. ¿Se pondrá bien?- pregunta mi profesor.

La enfermera se pone unos guantes y me toca en la zona afectada, empieza a apretar un poco y a palparlo cuando responde al profesor:

- Sí, por suerte no ha afectado a su sistema nervioso. Solo se ha roto unas arterias cerca de la nuca- responde la enfermera.

Empiezo a golpear la cama con mis brazos, tengo una pesadilla con la chica que se cuela en mis sueños constantemente. Se aproxima hacia mí con su mirada vacía y sus ojos verdes, tiene su pelo encrespado y castaño, noto que estoy atado a una silla y no puedo moverme cuando ella saca una navaja y me la pone en el cuello, acerca sus labios a los míos y me despierto. Estoy congelado y me cuesta moverme, todavía noto las cuerdas de la silla. Me toco la nuca y tengo puestas unas vendas que me aprietan la cabeza. Me pongo de pie y estoy mareado, me apoyo en la pared y empieza a cesar. Salgo por la puerta de la enfermería y entra la enfermera a la vez. Nos chocamos y puedo sentir algo raro dentro de ella, como un aura extraña. Me dice que me vuelva a acostar que necesito descansar pero yo no le hago caso y salgo por la puerta sin mirarle a la cara.

De camino a casa voy pensando todo lo que me ha pasado desde que empezó el instituto y me ha ocurrido de todo: una persona flotando en el mar, ráfagas de aire asesinas, desmayos, una chica especial y otra misteriosa, he visto como se ha roto un baño sin ningún motivo, me ha sangrado la cabeza pero no me ha pasado nada y por ultimo esos extraños sueños con esa chica de ojos verdes. Mientras que voy sumido en mis pensamientos aparece Britanny por detrás y se asusta cuando me las vendas de la cara.

- ¡Nathan, madre mía! ¡¿Estás bien?! ¡Me habían dicho que te habías  caído pero no que te habías rota la cabeza!- grita ella.
- Estoy bien, no me ves, estoy andando- digo yo.
- Como vas a estar bien si tienes vendas en la cabeza. A partir de hoy te voy a acompañar hasta que te pongas bien. ¿Te apetece venir a mi casa parar ayudarte con los deberes?- dice ella.
- Claro, así me ayudas con los deberes atrasados- contesto yo.

Cuando llegamos al portal de su casa me quede flipando por lo grande que era. La casa de Britanny era la mansión de Soulwater. Esta mansión pertenece a un abogado famoso y por lo que había oído son los más ricos del pueblo.

- No te preocupes, mis padres no están. Están en Nueva York en un juicio importante. Subiremos a mi habitación para hacer los deberes- dice ella.

Al entrar al recibidor de su casa me quedo totalmente paralizado por esas grandes escaleras de en sueño que suben a las habitaciones. Un salón majestuoso con sus sofás de terciopelo, su piano y su chimenea antigua. No puedo ver la cocina desde el recibidor, me pongo a mirar a los alrededores pero ella me dice que suba las escaleras. Cuando subo arriba veo un gran pasillo que no tiene fin, menos mal que su habitación es la segunda a la derecha. Al entrar a su habitación me quedo flipando, su habitación era normal y corriente sin nada de lujo, con su cama, su armario y su escritorio pero nada parecido al resto de esa casa, parecía otra casa distinta.

- Cuando uno de mis amigos entra a esta casa se queda con la misma cara que tu de alucinación hasta que entran a esta habitación y les recuerda a su casa. Siéntate al lado mío y empecemos- dice ella.
- Es que nunca me hubiera imaginado que vivías en esta casa- digo yo mientras me siento.
- La gente de este pueblo no piensa lo mismo que tu, normalmente se acercan a mi por mi dinero y eso no me gusta- dice ella.
- Puede que la gente de este pueblo no sepa diferenciar la amistad del dinero pero yo estoy aquí para que me ayudes- digo yo.
- Muchas gracias. Empecemos con las matemáticas, para resolver esta ecuación debes mover este número que esta sumando restando al otro lado del igual para despejar la x- dice ella.
- Gracias a ti por ayudarme. Entendido, esto de las mates nunca se me han dado mal porque mi madre es matemática y me ha ayudado siempre- digo yo.
- Qué suerte tienes de que tus padres siempre estén para ayudarte, ojala tuviera unos padres tan cercanos- dice ella.
- Es normal porque tus padres tendrán que volar mucho- digo yo.
- No, no es por eso. Te voy a confesar una cosa que poca gente sabe, como máximo mi familia. Soy adoptada, mis padres me recogieron de un centro de acogida cuando era pequeña.
- Tu secreto está a salvo conmigo y si se trata de sinceridad yo también soy adoptado- digo yo.

Así estuvimos hablando toda la tarde mientras hacíamos nuestros deberes. Yo aprendía un montón con ella porque es muy inteligente y yo le contaba historias de mi vida antes de llegar aquí.

Continuará…

martes, 27 de agosto de 2013

Redams: capítulo 3

Abrí los ojos angustiado intentando perseguir la luz, miré desconcertado hacia todos los lados. Hacía frió y solo había nieve a mí alrededor, estaba congelado porque solamente llevaba un pijama muy fino de pantalones cortos que no me cubrían ni las rodillas. El pijama era beis y podía notar como mi pijama y yo desaparecíamos entre tanta nieve. No podía moverme, la nieve me engullía, no podía ver nada. Cada vez tenía menos visión. Me desperté gritando como un desesperado intentado salir de ese agujero que me encerraba. Mi cuerpo avanzó hacia delante como si fuera un zombi, brazos extendidos y ojos cerrados. Cuando abrí los ojos me di cuenta de que estaba temblando de frio en mi cama. Miré el reloj del móvil, eran las 7 am. Con la pesadilla que había tenido no me había dado cuenta que me dolía mucho la cabeza, ni si quiera recordaba saber cómo había llegado a mi cama. Llamé a mi madre, mi madre adoptiva, aun que no fue mi madre de sangre yo la quería como tal. Soy huérfano desde que nací o eso me dijeron mis padres. Quería que viniera para que me contase que había sucedido. No tenía ningún sentido que yo estuviera aquí y menos que sea ya la mañana siguiente. Nancy entró por la puerta y se acercó rápidamente hacía mi. Noté como su cara se aliviaba al verme despierto. Le intenté preguntar qué había pasado pero ella no paraba de llorar y murmuraba palabras que no lograba entender. Veía como intentaba esconder su miedo hasta que la escuché respirar más relajada y agitar sus brazos. Ella me contestó:

- ¿¡Hijo estas bien!? ¡No sé que ha podido pasar! Te estuvimos esperando toda la noche ¡pero no llegabas! Tu padre y yo estábamos muy preocupados. Sabíamos que no habías entrado a casa pero subí a tu habitación para ver si por alguna causalidad entraste a casa sin darnos cuenta. Me asomé a tu cuarto para ver si estabas aquí, y así era, estabas tumbado en la cama inconsciente y de eso ya han pasado dos días  – dijo angustiada Nancy.
- ¿¡Que!? ¿¡Ya han pasado dos días desde que empezó el instituto!? – dije yo.
- Menos mal que está bien, menos mal que está bien- repetía Nancy mientras se iba de mi habitación. Te toca instituto – dijo ella al asomarse de nuevo a mi cuarto.

Me levanté rápido de la cama, me vestí con una camiseta blanca y unos vaqueros cortos. Bajé las escaleras y cogí una magdalena de la cocina. Mientras salía por la puerta me despedí de mi padre adoptivo.
Recorrí el mismo camino para llegar al instituto y pasé por el paseo marítimo. Estaba agotado y con un fuerte dolor de cabeza todavía. Las puertas del centro estaban abiertas en ese momento. En mi segundo día de clase llegué tarde, como la primera vez, aunque por suerte el profesor no había llegado. Entré en clase y todo seguía igual. Miré hacia el final de la clase para poder dirigirme hacia mi asiento y creí distinguir a una chica nueva aunque no me dio tiempo a fijarme en ella. Mi vista comenzó a emborronarse, me apretaba la cabeza y me agarré la cabeza con mis manos fuertemente. Caí al suelo y empecé a gritar como un desesperado. Entró Brittany por la puerta, me encontró tirado en el suelo y se agachó para agarrarme.

- ¡Nathan! ¿¡Estás bien!?-  preguntó Brittany.

Cuando me sujetó con su mano para elevarme empecé a sentirme mejor. El dolor de cabeza cesó por un tiempo. Su mano derecha agarraba mi mano derecha, noté como una sensación de satisfacción y como una energía se transportaba por nuestros cuerpos intercambiándose.

- Sí, muchas gracias por ayudarme – dije yo un poco más aliviado sin esos fuertes pinchazos en la cabeza.

Pude mantenerme fijo en el suelo, mi vista había vuelto a la normalidad y me arreglé un poco la ropa. Miré de nuevo al final de la clase pero ya no estaba esa chica misteriosa. Me acerqué hasta el pupitre de Brittany para preguntarle por esa chica.

- ¿Sabes si ha entrado una nueva chica a nuestra clase? – dije.
- Nadie se ha transferido en estos días. Por cierto ¿por qué llegas tarde? – dijo ella.
- ¿Son las 8 am no? – dije.
- ¡Para nada! – miró el reloj del móvil. Son las 9:05 am.
- Me quede durmiendo – sonreía mientras salía de esa situación y volvía a mi asiento.

Al acabar la clase de literatura española nos tocaba dar clase de natación. Al ser un instituto de gran nivel tenía una gran piscina climatizada para que los profesores y estudiantes pudieran disfrutar de ella en fines de semana o fiestas en el centro. Además de utilizarlas para dar clases escolares.

De camino al vestuario noté como una ráfaga de aire se removía entre mis pies. No esperé a salir volando así que corrí directo al cuarto de la limpieza. Cuando habían pasado unos minutos miré por debajo de la puerta y no se notaban corrientes de aire. Salí de ese lugar que olía a lejía y a sudor. Llegué al vestuario de los chicos y no había nadie. Todos se habían cambiado y estaban en a la piscina a punto de comenzar la clase. Solo estaba yo y tenía mucho miedo. Dejé mis cosas en el banco donde no había ninguna mochila. Me quité la camiseta de encima y saqué una toalla de mi taquilla. De repente cuando fui de vuelta al banco para ponerme el bañador empezó a dolerme la cabeza y el vestuario comenzó a girar y a girar. Llegó un momento en el que no distinguía si estaba en ese mismo lugar. De nuevo se me emborró  la visión y no podía ver nada. La primera vez que me ocurrió fue en la clase anterior. Me molestaba mucho que todo el esfuerzo que había puesto en ser un adolescente normal en este pueblo no tenía efecto. No era capaz de aguantar más estos sucesos extraños que me estaban sucediendo, los cuales no tenían ningún sentido y empecé a gritar:

- ¡Parad ya esta broma! ¡No tiene gracia! ¡Venid aquí y enséñame quienes sois! – grite mientras muevo los brazos en todos los sentidos para poder saber donde estaba.

Era tal el enfado que llevaba encima que noté como el corazón se aceleraba, empecé a temblar y noté como la furia se expandía por todo mi cuerpo. En ese instante comenzó a salir agua por las duchas. Lo mismo pasó con los lavabos, incluso por los retretes comenzó a salir agua a cantidades exageradas. Todo el suelo del vestuario estaba lleno de agua. No podía ver nada e iba andado a ciegas hacía mi mochila, en ese momento resbalé. Me di con toda la cabeza en el banco y me quedé inmóvil. No podía sentir mis piernas, ni mis brazos. Estaba completamente paralizado. No pude pensar en otra cosa que en mi propia muerte.

Continuará...

sábado, 17 de agosto de 2013

Redams: capítulo 2

Después de ver a esa persona flotando solamente quería llegar al instituto. El instituto era enorme e impactaba viéndolo desde la entrada del mismo. Tenía un aspecto antiguo y conservador. Las puertas estaban cerradas y tuve que tocar al timbre para que el conserje fuera abrirme. Mientras que esperaba a que alguien saliera a recibirme me quede observando el cartel donde ponía el nombre del centro, era muy antiguo y parecía de la misma época en la que se empezó a dar clases en el antiguo internado. Vi salir a un hombre mayor, tendría sus 69 años, bajo y cojeaba de su pierna izquierda que utilizaba como soporte un palo de madera. Cuando te fijabas en su cara solo podías ver una gran barba que le ocultaba todos los contornos de la cara.

- ¿Qué haces tú aquí? ¿No se te ha pasado la hora de volver a clase? – dijo él con una voz de pueblerino.
- Perdone señor pero es que es mi primer día de instituto y se me ha hecho tarde – dije yo intentando convencerle.
- No es la primera vez que escucho esa escusa, no te dejare pasar – dijo él mientras se giraba dándome la espalda.
- ¡Es verdad! Es mi primer día de instituto y me he perdido para llegar aquí, he tenido que preguntar a varias personas que andaban por la calle para que me indicaran donde estaba el centro escolar Prairie Wave – dije yo engañándole un poco.
- Te voy a dejar pasar, me has caído bien pero como sigas ahí quieto sí que vas a llegar muy tarde a clase – dijo él. Se sacó un manojo de llaves y escogió una. Empezó a abrir esas grandes puertas y me indicó que entrara.
- Muchas gracias señor. No volverá a ocurrir – dije yo empezando a andar al recibidor.
- Eso espero, por tu propio bien – dijo refunfuñando.


El hombre se quedo cerrando las puertas y yo me acercaba hacia ese gran instituto sin conocer a nadie, solamente a mí. Entré al edificio y no puedo negar que me quedé perplejo al ver tal recibidor. Parecía de otra época anterior donde se podía disfrutar de música en directo mientras tomabas un vaso de whisky con los amigos. Saqué el horario de mi mochila y tenía apuntado A21 así que subí las escaleras de caracol tan alucinantes con su alfombra roja que lo decoraba. Cuando llegué al primer piso pude ver un gran cuadro con una mujer. Pensé que tendría que ser una mujer muy importante para que estuviera colgada en la pared. Tenía tanta curiosidad que me acerque a verlo. Era una mujer adulta con unos gestos faciales muy bonitos. Ojos verdes y pelo rubio ondulado. Miré la descripción del cuadro y estaba escrito “Mujer fundadora del Prairie Wave. Nielle Strigton”. Se trataba de la mismísima fundadora del centro con razón tenía ese lugar tan importante en el instituto. Llegué a la clase y toqué la puerta. Escuché como me daban paso y entré a la clase interrumpiendo una tutoría a medio empezar. Miré hacia la pizarra y estaba escrito 2°ESO A. Todos los alumnos se quedaron mirándome además del profesor. Pedí perdón y cerré la puerta. Nada más hacerlo me morí de vergüenza. Acababa de equivocarme de clase y no me imaginaba cuál sería el resultado de ese error. Tengo que deciros que no fui castigado por ese error quedé libre de una expulsión por ser el primer día. Miré el cartel de la clase y ponía A11, tenía que subir una planta más. Subí otra planta y llegué a mi clase. Observé el reloj y ya habían pasado más de 30 min desde que comenzó la clase. Solo me quedaba entrar y recibir el castigo oportuno. Abrí la puerta y saludé muy avergonzado al resto de personas. El profesor se acercó a mí con un aire relajado pero con un gesto enfadado aun así me presentó al resto de los alumnos. Recuerdo que iba caminando hacia mi pupitre y solo me podía fijar en una persona. Ella era preciosa, tenía unos ojos color miel y un pelo castaño con californianas rubias que hacían juego con sus ojos. Me tropecé contra mi mesa por estar mirándola, ella se giró y me echó una sonrisa. Cuando tocó el timbre me acerqué al profesor y me disculpé por llegar tarde. A continuación fui a la clase de matemáticas y me senté en primera fila. A mi lado se sentó Luke Shilon, por su forma de vestir pensé que era el cerebrito de clase.

- ¡Hola nuevo! ¿Cómo te llamabas? – dijo él.
- Soy Nathan Crane, encantado – dije yo.
- Igualmente. Yo soy Luke – dijo él. Como eres nuevo había pensado que podría enseñarte el instituto si quieres. Eres nuevo aquí y todo esto funciona por clases.
- Sería un placer tenerte como acompañante – dije yo para que se callara. Quería atender pero no me dejaba.
- ¿Y cuándo llegaste? ¿De dónde vienes? – insistía.
- Silencio – dije yo susurrando. Presta atención.
- Claro, sí, ya me callo – dijo.

Era la hora del recreo y Luke me guiaba por los pasillos del instituto. Salimos al patio y miré a los alrededores.
- ¿Conoces a alguien que vaya todas las mañanas a la playa Luke? – pregunté.
- Pues no se que responderte. No tengo tiempo en arreglarme el pelo por las mañanas como para ir todos los días al paseo marítimo – dijo él un poco brusco.
- No importa, gracias. Tengo que hacer unas cosas por aquí. Te dejo, nos vemos en clase – dije yo.
- Claro – dijo entusiasmado. Recuerda que es en el laboratorio de química.
- Seguro.
Empecé a recorrerme todo el patio en busca de esa persona que había visto en la playa. No tuve ningún éxito, quien sabe si era un adulto, un adolescente o un niño. Era buscar algo imposible. Vi como un grupo de chicas se estaban acercando hacia mí. Eran lideradas por mi preciosa compañera de clase. Se pararon y su líder comenzó a hablar.
- Mi nombre es Britanny, tengo 16 años. Es un placer tenerte en nuestra clase – dijo.

Me quedé observándola por un rato y le contesté con un igualmente y una sonrisa. Las demás chicas se reían.  Se giraron y se fueron aunque pude darme cuenta que a un grupo de chicos no les había gustado que hablara con Britanny. No me importaba lo que pensaran los demás ya tenía suficiente con mis problemas. Noté una ráfaga de aire alrededor mío que venía del invernadero del patio. Caminé hasta la esquina del edificio principal y a mano izquierda estaba el lugar de donde procedía la ráfaga. Cuando crucé la esquina vi de nuevo esa silueta, esa vez si pude fijarme que tenía el pelo largo, por tanto, supuse que era una chica. Tocó el timbre y lo que había visto había desaparecido junto al sonido del megáfono.

Entré al edificio secundario y el recibidor era precioso. Esta vez era clásico, viendo ese lugar podíamos viajar a la antigua Grecia. El laboratorio de química estaba en la planta baja. Cuando entré a clase Luke ya había llegado, me dirigí hasta él sentándome a su lado.

- Luke tú dices que el instituto se divide en varias clases sociales. ¿Qué grupo es el que se pone en el invernadero? – pregunté con necesidad de saber la respuesta.
- En ese lugar no hay nadie, ningún grupo se coloca en ese lugar – dijo él. ¿Por qué?
- Por nada, no te preocupes – contesté.

La clase de química había terminado, las siguientes clases eran de lengua castellana e inglés. Cuando las horas lectivas habían terminado todos los alumnos salían a bandadas del centro. El primer día no había ido tan mal después de todo. Caminaba de vuelta a casa reflexionando sobre lo que había hecho hoy. Había conocido a Luke y a Britanny, me había equivocado de clase y casi no me dejan entrar al instituto. Iba de vuelta por el paseo marítimo cuando me paré donde esta mañana había visto a esa persona levitando en el mar. Me apoyé en la barandilla para pensar en la persona que volaba en el mar y en esa persona del invernadero con el pelo largo. Noté como si alguien me estuviera tocando por detrás y no me moví. Además sentí que alguien expiraba y espiraba al lado de mi cara y yo seguía completamente fijo. Estaba tan asustado como para moverme, no sabía lo que ocurría. Solo me quedé quieto esperando a que esa sensación se acabara pero no se detenía. Decidí moverme hacia mi izquierda, hacia mi casa y eso hice. Comencé a andar aunque no recuerdo mucho más de ese momento porque empecé a sentir una fuerte ráfaga de aire que se removía alrededor mía que me levantó hacia arriba y me dejó caer al suelo bruscamente dejándome totalmente inconsciente.

jueves, 15 de agosto de 2013

Redams: capítulo 1

Argumento

Soy Nathan, tengo 16 años. Me acabo de enterar de que soy un Redam. Soy el mago elemental del pueblo del mar y he tenido que salir de viaje para encontrar a los demás magos elementales junto con la maga elemental del pueblo del aire. Si quieres saber más sobre mi vida lee este blog. Alucinaras con nuestro poder. 

Todo tiene un comienzo y esta historia comienza así:

Me desperté de golpe por la noche sudoroso y angustiado. Acababa de soñar con la misma chica misteriosa que llevaba tiempo en mi mente y que no podía quitarme de encima. Desde hacía unas noches no paraba de soñar con esa chica y no sabía cuál era la razón. Me relajé un poco y encendí la lámpara de la mesita. Eran solo las 5:30 am y como ya sabía que no podría volver a dormirme me levanté de la cama. Empecé a caminar como un zombi sin dirección, me chocaba contra los muebles y me costaba abrir las puertas. Bajé las escaleras lo más rápido que pude para que no resbalara de mi propia lentitud. Me dirigí a la cocina para prepararme el desayuno. Mientras me preparaba unas tostadas no podía parar de pensar que significaban esos sueños así que decidí pensar que esos sueños extraños con esa chica serían causa del nuevo curso escolar. Esta mañana comenzaba un nuevo ciclo de mi vida y estaba un poco asustado por ser el nuevo chico del pueblo. Mi nombre es Nathan Crane, tenía 16 años y acababa de mudarme a un pueblo costero muy bonito. Ese día comenzaba 1ºBACH en el instituto que se encontraba próximo a mi casa. Parecía un instituto abandonado y sombrío pero la realidad era que cientos de chicos y chicas iban a ese instituto por su gran nivel académico. Agarré un zumo de la despensa y me senté en la mesa para desayunar. Unté las tostadas con mantequilla y empecé a comer. Cuando estaba terminando de desayunar me entró un cansancio en el cuerpo que me hizo dormirme encima del plato de la tostada.

Empecé a escuchar sonidos detrás de mí pero no sabía quién era y me costaba abrir los ojos.

-         -  Hijo vas a llegar tarde como sigas ahí tirado en la mesa. Yo me voy a trabajar ya, tu madre entra hoy más tarde a trabajar asique no la molestes – dijo mi padre mientras salía por la puerta.

Empecé a bostezar y me levanté para estirarme cuando recordé que mi padre salía de trabajar sobre las 7.50 am.

-         -  ¡Mi instituto empieza a las 8.15 am! – exclamé mientras corría hacía las escaleras.

Comencé a subir las escaleras sin recordar que mi madre seguía durmiendo y corrí hacia mi habitación. La puerta estaba abierta asique fui directamente hacia mis maletas. No me había dado tiempo a organizar nada desde que había llegado. Agarré la primera maleta que pude y la apoye encima de la cama, cogí la primera camiseta que vi y un bañador. La camiseta no es que me gustara mucho por esa época pero llegaba tarde. Me vestí de cualquier manera y fui al baño. Me miré al espejo y con las dos manos me removí el pelo hasta que se quedó uniforme. Con la mano derecha me coloqué el flequillo hacia la izquierda. Me lavé la cara y me cepillé los dientes. Agarré la mochila y salí de la habitación. Cuando estaba bajando las escaleras escuche a mi madre quejarse, la había despertado pero ya me disculparía mas tarde. Cogí las llaves y salí de la casa. Me quede por momentos ciego cuando todo el sol apuntaba hacia mí y me llevé las manos a la cara para taparme. Aquí sale el sol muy temprano, no como en el último pueblo en el que vivía.

El paseo marítimo era el camino más rápido para llegar al instituto. Comencé a correr en dirección al paseo. Era el lugar más bonito del pueblo, era de madera y pasabas por encima de la playa. Tenía reposabrazos para poder apoyarte y disfrutar de esas increíbles vistas. El Sol y el mar unidos, en armonía. Llegué corriendo al paseo marítimo, me quedé fijo mirando la playa, la arena brillaba con los primeros rayos del sol. Mi vista iba en dirección al mar cuando me quedé sorprendido.

-         - ¡Encima de esas olas hay alguien! – grité alucinado.

En ese mar había visto a una persona levitando encima del agua. Me quedé aterrorizado aunque eso no me impidió seguir corriendo. Miré hacia el instituto y de nuevo hacia el mar pero esa persona ya había desaparecido. Solo pude pensar que era por mi falta de sueño y que seguramente me habría entrado alguna pestaña en los ojos que me hizo ver esa ilusión.

Por desgracia o por suerte esa sería la primera señal de que mi vida iba a cambiar por completo sin que yo mismo me diera cuenta de ello.

Continuará...