Mi mente estaba atascada, mi cuerpo empezó a moverse y me lancé
a la piscina. Empecé a esparcir todas las hojas para que no se viera lo que
estaba escrito y por momentos creía que me iba a descontrolar. Hasta que
exploté y empecé a golpear el agua.
- ¿¡Qué pasa en este lugar, porque me pasan cosas sin sentido!? ¡No aguanto más! ¡Me voy a volver loco! – grité yo desesperado.
Britanny se tiró a la piscina para ayudarme pero estaba tan
centrado en gritar y desahogarme que no me di cuenta. Yo seguía pegándole al
agua golpeándolo con tanta fuerza que sentía que mis nudillos empezaban a
gritar de dolor. Comencé a notar como alguien intentaba agarrarme los brazos
pero no lo conseguía hasta que me agarró la mano derecha. A continuación la
muñeca izquierda y pude oír sus palabras tranquilizadoras y sus manos pasando
por detrás para agarrarme mi espalda, su cabeza se apoyó en mi hombro derecho y
yo solo quería aferrarme a ese abrazo por siempre.
- Nathan tranquilízate, todo va a salir bien, hazme caso –
dijo ella con una voz serena.
La sirena del instituto sonó de nuevo, todos los profesores
y alumnos podían volver a sus respectivas clases y seguir el horario como todos los días.
Britanny me soltó y de un salto salió de la piscina, yo me
acerque a ella para no quedarme solo. Ella me ofreció su mano para salir del
agua. Agarró mi mano quedando entrelazadas y me impulsó hacia arriba.
- ¿¡Porque te has tirado al agua!? No
sabes si eso era para ti – dijo Britanny.
- Como no va a ser para mi, hay algo
que me ha guiado hasta aquí – dije yo.
- Hagamos como que esto no ha
pasado- dijo ella.
Después de salir de la piscina,
más tranquilo, fuimos al vestuario a ver si teníamos ropa de recambio. Entré al
vestuario de hombres y todo había vuelto a la normalidad. Los grifos estaban
relucientes, las duchas igual que siempre y los inodoros estaban ocultos por
las puertas de madera que los escondían.
- Esto me da un poco de miedo con lo
que me paso ayer, este lugar a cambiado para mí – pensé yo.
Me acerqué hasta mi taquilla, la
abrí y por suerte tenía el bañador del día anterior y una camiseta. Me sequé
como pude con papel higiénico. Me cambié rápido para que nadie me descubriera.
Cuando salí del vestuario vi salir a Britanny del vestuario de chicas con una
camiseta de tirantes rosa y unas mayas azules.
- Veo que tienes un arsenal de ropa
en tu taquilla- dije yo.
- Creo que tengo una ropa preciosa
en mi taquilla ¿vale? – dijo ella en tono sarcástico y nos empezamos a reír.
Tocamos a la puerta de la clase y nos sentamos en nuestros
sitios. No fuimos los últimos en llegar, a pesar de todo, la mayoría de
nuestros compañeros se quedaron observándonos cuando no entramos con el uniforme
escolar. El profesor nos miró con mala cara. Entre los alumnos, uno de ellos,
se quedo fijo mirándome con cara amenazadora. Su nombre es Elías, alto y bien
musculado de ojos castaños oscuros y pelo negro carbón.
Iba de camino a la cantina cuando
aparecieron los matones del instituto detrás de mí, no había nadie por ese
pasillo cuando todo ocurrió. Uno de ellos me arrojó una botella de agua dejando
toda el agua esparcida por el suelo, empezaron a rodearme y no podía hacer nada.
Estaba acorralado y no podía salir de esa situación, no conocía a ninguno de
ellos así que no tenía ninguna oportunidad de intentar razonar con ellos. El más alto se
acercó a mí dispuesto a golpearme en toda la cara y como auto reflejo levante
las manos pidiendo que parase. Su pierna no logró golpearme porque no consiguió
levantarla, todo el suelo se había congelado y sus piernas se habían quedado
pegadas en hielo. Salí corriendo de ahí sin mirar hacia atrás, no sabía lo que
ocurría pero si tenía claro uno cosa, eso lo había provocado yo. Estaba
asustado y solo, muy solo. Salí corriendo buscando a Britanny, necesitaba estar
con ella. La vi con sus amigas pero eso no me importo, me acerque a ella y sin
decirle nada, la abracé.
- ¿Qué pasa? – dijo ella.
- Te necesito – le susurré al oído.
- Vayamos a otro lugar – dijo ella.
Me agarró la mano y caminamos
hacia un lugar apartado de todas las personas y nos sentamos en el césped.
- ¿Qué ha pasado? – dijo ella.
- Creo que venir a este pueblo no me
está haciendo nada bien a mi mismo – dije yo.
- ¿Por qué dices eso? Me has
conocido a mi – dijo ella mientras me agarraba la mano.
- ¡Me está convirtiendo en una
persona horrible! – grite desesperado.
- Tú no eres una mala persona, yo te
quie… - intentado decirme lo que sentía.
La interrumpí, no quería que me mostrara sus sentimientos,
si lo decía en voz alta se haría realidad. No podía hacerle daño, yo la quería
pero no sabía lo que sentía por ella.
- No lo digas, por favor. Acabo de… - dije yo.
Quería contarle todo pero no podía, si se lo contara no podríamos
ser felices y todo sería un caos.
- Lo siento mucho pero si estas cerca de mí te haría daño y yo
no quiero que te pase nada – dije yo acercándome a ella.
La besé apasionadamente y no quería que terminara. Separé
mis labios de sus labios, me levante y me aleje de allí mientras oía llorar a
Britanny. Con ese beso me di cuenta que la quería pero eso era lo mejor.
Tocó el timbre indicando que había terminado el recreo y
teníamos que volver a clase. No recuerdo que asignatura era, solo entre, me
senté y esperé a que terminara. Solo quería volver a casa y tirarme a la cama.
Veo entrar por la puerta a Britanny, sus ojos están rojos, se notaba que
acababa de llorar. Sus amigas le acompañaban animándola, ella no me dirigió
ninguna mirada. Se sentaron de tal forma que no podía verla, yo solo quería
acercarme y decirle lo que me pasaba.
Se terminaron las clases y como todos los días, todos los
niños y adolescentes corrían en manada hacia la salida del instituto y yo me
quedaba sentado en un banco. Esperando a que se fuera la gente. Cuando veía que
todo el mundo se había ido, cogía la mochila y me iba de camino de casa por mi
recorrido de siempre. Me apoye en la valla del paseo marítimo y me quedé fijo
mirando el mar. Mientras que miraba el mar me di cuenta de que había una
persona en la arena, una chica con el pelo castaño que llevaba una camiseta de
tirantes rosa, era Britanny. Me atreví a bajar e iba caminando por la arena sin
saber que decir ni cómo actuar. Me senté a su lado y sabía que no se había enterado
de que estaba a su derecha.
- Lo siento mucho Brit – dije yo.
- ¿Qué haces aquí? Tú no quieres saber nada de mí – dijo ella
entristecida.
- Te quiero pero me están ocurriendo cosas muy raras y no sé
cómo controlarlas, todo está fuera de control – dije yo.
- Deja que decida lo que es mejor y peor para mí, te ayudare –
dijo ella.
- ¡Deja a mi novia en paz, ella no quiere estar contigo! –
gritó alguien por detrás nuestra.
Nos giramos los dos a la vez, nos levantamos y los dos nos
quedamos impactados. Los matones de antes estaban de nuevo aquí, junto a Elías.
No sabía cómo se habían logrado separarse de ese suelo congelado.
- ¡¿Qué haces aquí Elías?! ¡Márchate! – dijo Britanny
enfadada.
- ¿Cómo? ¿Sois pareja? – dije yo extrañado.
- Sí que lo somos – dijo Elías mientras agarraba a Brit y se
la llevaba con él.
- No es verdad, no le creas. Nosotros ya lo dejamos – dijo
ella.
- ¿Entonces fuisteis pareja? – dije yo.
- Si y nos queremos mucho – dijo Elías mientras que le daba
besos a Brit, a lo que ella se negaba. Los demás matones se reían de verme
sufrir.
- ¡Déjame, no me beses! ¡Qué asco me das! – gritó ella.
- ¡Para, no ves que ella no quiere estar contigo! – grité
enfadado.
Empecé a girar las manos y el agua empezó a moverse. Se estaba
creando una ola, no una ola común, una ola que crecía y crecía más y se iba
colocándo encima de nosotros. Elías estaba tan asustado que Britanny logró
soltarse y se vino conmigo.
- ¿Eso lo estás haciendo tú? – me susurró ella al oído.
- Esto era lo que te quería explicar pero que no podía
contarte – le dije al oído.
Nos apartamos de esa gran ola y nos colocamos a un lado.
Elías y sus matones seguían fijos en el mismo lugar que antes.
- ¿¡Qué!? ¿¡Qué es eso!? -
gritaban los matones.
- No le vuelvas a causar daños a Britanny – dije yo.
Mis manos dejaron de girar y la ola cayó sobre ellos,
arrasando con ellos y toda la arena. Britanny cayó desmayada en mis brazos,
supongo que sería por ver esa gran ola creada por mis manos y caer sobre esas
personas.
Una brisa se movió alrededor mío que venía en dirección del
paseo marítimo, apoyé a Britanny en la arena. Miré en dirección al paseo y a
allí estaba, esa chica que me había estado acosando todo ese tiempo. La chica
misteriosa nos estuvo observando durante toda la discusión y se echo a volar
hacia mí. Se mantuvo levitando durante unos segundos. Es guapísima y su pelo
rubio se mueve con el movimiento de sus brisas. Deja de flotar y aterriza en la
arena. Sus ojos azules se quedaron fijos en mis ojos y no se me ocurrió nada
que decir ya que solo me podía fijar en ella.
- Hola Nathan – dijo ella.
Conseguí volver en mí y me eché para atrás. No quería saber
nada de ella. Sus manos se alzaron y crearon una fuerte brisa que chocaba
contra mi espalda y que me impedía ir hacia atrás.
- Nathan eres muy fuerte, eres capaz de controlar el agua.
Eres un Redam – dijo ella ilusionada.
- ¿Qué? ¿Qué es eso? – me quede dudoso y sin saber que decir.